DESDE UNA CELDA
DESDE UNA CELDA
Las historias que se viven en las cárceles de
mujeres pueden causar controversia,
pero algo es verdad, y es que detrás de una presa,
frecuentemente existe el abuso tanto del hombre como de la
sociedad,
llevándolas hasta extremos desesperados en los que la mano mágica
del destino
las mueve a cometer el acto merecedor de castigo por el cual deben
permanecer privadas de su libertad.
CARTA No.1
Fechada el 30 de abril de 2002.
No sé hablar y mucho menos escribir, pero esto que ustedes leen
es tan sólo el reflejo de mis pensamientos.No me arrepiento de lo
que hice,
al fin y al cabo salvé la vida de mi pequeña de nueve años:
no puedo decir que todo comenzó aquella tarde de sábado, no, de
ninguna manera,
empezó desde que nací, allá en mi pueblo seco, cuando nos
correteábamos en dirección
a la barranca. Ahí mero fue que mi hermano nos perseguía:
mis hermanas y yo éramos muy chicas para defendernos.
Nos cogió de una por una y en ese entonces ni sabíamos
que eso se llamaba abuso, pero lo que sí nos dimos cuenta
es que teníamos que obedecerle porque de lo contrario nos dejaba
sin comer.
Años más tarde, cuando tenía como catorce años, o trece,
no me recuerdo bien, mi hermano me mandó a trabajar con una señora
pudiente,
y a los dos años, cuando ya sabía hacer bien de todo, ella me
mandó para la capital,
donde tuve trabajo de sirvienta, pero me enamoré de dos tipos,
y cada uno me hizo un hijo, por lo que me era muy difícil salir a
trabajar
para mantenerlos y cuidarlos; en eso conocí a Don Justo,con más de
sesenta años encima.
Yo tendría casi veinte, y no me importo otro más que tuviera
relaciones conmigo,
ya que este, a pesar de calvo y panzón, por lo menos me tenía en
su casa
Así, me convertí en su mujer, pero también en su empleada, pues le
vendía en el mercado
en un puesto, pero yo no era tan blanca paloma, él se dio cuenta
que fumaba crack:
me amenazó con la policía, pero el vicio siempre es más fuerte,
por lo que seguí,
pero las cosas empeoraron, porque él se ponía muy violento ya que
también fumaba.
la había estado manoseando y que había intentado abusar de ella;
yo le dije que no se preocupara, que ese mismo día nos iríamos a
vivir aparte.
Mandé a los niños con mi hermana y me quedé sola con el viejo.
En la noche quiso tener sexo como siempre, pero le dije que no me
tocara:
lo amenacé y le advertí que no iba a volver a tocarme por puerco,
ni a mí ni a mi hija. El se puso muy violento y me golpeó, por
poco me mata,
sino es que antes yo alcancé a coger el molcajete y le puse un
tremendo trancazo en la cabeza.
Estaba muy pasada y no me di cuenta cuando llegaron los
judiciales.
Don Justo estaba en el piso tirado, rodeado de un charco de sangre
que le brotaba
de los ojos y de la boca: me agarraron y me llevaron.
Ahora que es día del niño quiero escribirles una carta a mis hijos
para felicitarlos y decirles
que su madre no es una asesina:
Sólo Dios sabe por qué sucedieron así las cosas.
Decirles que los quiero y que por lo menos salvé a mi hija de ese
patán,
no tenía otra salida. Estoy desde una celda, acordándome.
CARTA No.2
Fechada el 10 de mayo de 2002
Soy una ignorante: acabo de cumplir 23 años y llevo dos de
presa.
Una amiga, la escritora, quien también es reclusa, está haciendo
el favor de escribirme esta carta,la cual está dirigida con mucho
cariño
a mi pequeño Iván, quien acaba de cumplir dos años y medio el
pasado 5 de abril.
En primer lugar quiero decirle que nunca me olvido de él:
siempre lo llevo en mi pensamiento y todos los días espero a que
se haga de noche
para poder tener un turno y hablar por teléfono a la guardería del
reclusorio
y preguntar cómo se encuentra. Frecuentemente me contesta la
enfermera,
quien me dice que mi niño está bien, pero yo no me quedo tan
tranquila:
quisiera abrazarlo, tenerlo junto a mí y arrullarlo hasta que se
quedara dormido.
Pero sé que esto es imposible, ya me dijeron que lo más probable
es que mi hijo sea dado en adopción a una familia decente.
Esto me duele cómo no tienen idea, pero me aguanto y trato
de aparentar que estoy sonriendo y que soy fuerte para lo que
venga,
pero no es verdad, no soy fuerte.
A los ocho años me tuve que salir de mi casa porque mi
padrastro abusaba de mí;
ya se le estaba haciendo costumbre y mi mamá no me creía.
Siempre fui rebelde y me convertí primero en niña de la calle
y luego en mujer de la calle
A los veinte años conocí a un tipo que me llevó a vivir con él:
al principio me gustó y no nos iba tan mal, hasta que me embaracé
y él me dijo que abortara; como yo me negué, me empezó a
maltratar,
ya no me daba para el gasto y me tuve que ir a trabajar de
lavandera.
Lavar ajeno no me dejaba mucho, pues tenía hartas dificultades
económicas:
La situación siguió bien mala y apenas nació mi bebé, casi no lo
podía mantener.
El hombre con el que vivía me golpeaba y me decía que era mi
problema mantener al chamaco,
que para qué lo había tenido y era mi culpa no tener dinero.
Cuando Iván cumplió seis meses yo andaba muy mal, y desesperada,
le pegué para hacerlo callar una tarde que lloraba.
Asustada por lo que acababa de hacer, corrí al Infantil más
cercano a la casa,
ahí, los doctores me salvaron a mi niño, pero al día siguiente
me dieron un papel de denuncia ante el Ministerio Público
y me tuve que entregar.
No me dejan verlo y yo siempre estoy pensando en su sonrisa,
sobre todo en este día tan especial que es diez de mayo.
Me imagino que ya debe caminar y come con una cuchara chiquita,
así como él. Ya me dijeron que lo iban a dar en adopción,
es por eso que desde una celda, le quiero decir que lo extraño.
CARTA No. 3
Fechada el 26 de junio de 2002
Cumplo tres años de condena por posesión de auto robado:
resulta que mi;compañero sentimental;,
con el que llevaba un par de años de relaciones,
me dijo un día que le hiciera el favor de llevarle un auto a la
casa de su mamá.
Cuando iba en el camino, me paró una patrulla.
Me pidió mis papeles, y al no tenerlos, me acusaron de robo del
vehículo.
Al principio yo me reía de sus palabras, pero vi que era muy en
serio cuando me esposaron.
Me llevaron a la delegación y luego me sentenciaron a 13 años de
prisión
en el Reclusorio Femenino de Iztapalapa, conocido como Cárcel de
Mujeres.
Yo no creía que iba a durar mucho tiempo aquí, pero me equivoqué.
No sé sí los trámites burocráticos o la falta de dinero para
pagarle a un buen abogado,
pero el caso es que el de oficio ni se mueve con mi caso.
Ya metí un Amparo que está por resolverse: mientras tanto,
yo no pierdo el tiempo en la cárcel.
Trato de ayudar en la cocina, le enseño a mis compañeras a cortar
sobre la tela y a coser,
coopero con la limpieza general y asisto al Padre en los servicios
religiosos de los domingos.
En mis ratos de ocio, me pongo a escribir, por lo que me conocen
como la escritora:
sobre todo, les hago las cartas a mis compañeras y trato de hacer
todo lo posible
para que puedan estar en contacto con sus hijos.
Por mi parte, soy madre soltera y tengo dos hijos adolescentes,
con los cuales hablo todas las noches por teléfono y les escribo
constantemente.
La mayor está en la secundaria y me preocupa el ambiente de su
escuela,
ya que no quiero que vaya a caer en problemas de droga ,
o de delincuencia, o se meta con un novio antes de tiempo.
Yo sé que le hace falta su mamá, pero ¡ qué se le va a hacer!
El otro, más pequeño y cursando su último año en la primaria,
es un modelo de virtudes, según me dice mi mamá,
que ahora está haciendo el favor de cuidármelos,
y precisamente le mando esta carta para felicitarlo,
pues hoy es día de su cumpleaños.
Mi único consuelo cuando me desespero por no tenerlos cerca,
es el de pensar en superarme para cada día ser más digna de ellos.
Por eso también trato de estudiar lo que puedo y pido prestado
libros
los cuales prácticamente devoro.
Eso que aquí no tenemos televisión, pero ni la extraño.
La verdad es que la gente se ha mal acostumbrado a estar pegada a
la pantalla todo el día,
pero no hay como leer, eso sí que nos llena el alma.
Bueno, no me extiendo, y desde una celda,
les quiero mandar un saludo a mis hijos y especialmente a Roberto
por el día de su santo.
Resta decirles que si desean escuchar un consejo pongan mucha
atención a lo que les voy a decir:
Si quieren que una presa se ponga violenta,
niéguenle la comunicación con sus hijos, y eso la transformará en
una fiera.
Junio de 2002.
Bertha Sánchez De la Cadena.