ATRAPADA
Autor: Mauricio Vega
Enjaulada. Los barrotes de mi pecho me cortan la respiración y
yo espero, en esta atmósfera de infierno. Los minutos pasan
enloquecedoramente lentos y siento que voy a enloquecer: Me
despedazo contando el tiempo de este encierro.
En mi muñeca izquierda, tengo abrochado un viejo reloj de
cuarzo: En lugar de ayudarme, como debiera, me atormenta. Es
un suplicio para mis ojos seguir el movimiento del segundero.
Mi trémula vista se sacude ante las manecillas,
persiguiéndolas en su afán de llegar al término de la jornada.
De este día sin cambios; igual a otros cientos que he
permanecido en esta celda, acusada injustamente, solo por ser
diferente de los demás y pensar con la cabeza y no con los
pies, me llega el agua del delirio al cuello y me siento como
un náufrago a la deriva, sin tener en el horizonte a alguien
que me pudiera salvar.
Mis verdugos no se acercan ni siquiera a percatarse si sigo
viva: A veces, con la esperanza de ver algo o a alguien,
solicito a gritos ser atendida por el médico del alma, y es
cuando me finjo enferma. Pero nunca me hacen caso, quizá se
den cuenta que mi condena es permanecer cuerda.
Bertha Sánchez De la Cadena
Marzo 2003.