A UNA ROSA
I
Hermosa floración, con sólo verte,
el botón hecho flor, te siente amiga.
En el verde follaje fuiste espiga,
y en el bello jardín: rotunda suerte.
¡ Cómo anhelo en tus logros, complacerte!
Apagar el incendio en tu fatiga.
Tu esbeltez armoniosa que prodiga,
el vaivén de las brisas, al mecerte.
Flor de aroma, tersura y elegancia,
con efluvios perfuma tu fragancia
y con sedas se viste tu tersura.
Rosa, Dama de flores, soberana,
Núbil virgen, a veces cortesana
que en el huerto desmaya su hermosura.
II
Un cáliz desgajado, un roto nido,
incendio de actitud en limpia aurora.
Fue un nuevo amanecer que se evapora,
en pétalos de un rojo desleído.
Un lúcido botón acomedido,
con júbilo de risa encantadora;
en sábanas de lino se atesora,
concéntrico en un tálamo escondido.
No mármol, porcelana ni alabastro;
el pétalo surgido como un astro,
desnudo se quedó en su arquitectura.
Abrió la timidez de su mortaja,
y como linfa que del cielo baja,
se inmoló en hecatombe de hermosura…
César Luna Solar
Julio 2002.
EL COLIBRÍ
apartaban un tanto su velo
y enseñaban el lindo rostro
al mimado picaflor que volaba.
Rubén Darío.
de plumíferos dedos,
el jade luminoso
flota en majos enredos.
Y las auras fragantes
de los tiestos prolijos,
van volcando acertijos
en los mustios instantes.
Cada flor que engalana
la esplendente floresta,
desnuda se recuesta
en la fresca mañana.
Y en el pétalo abierto,
el polen infecundo
va gritándole al mundo
su lúbrica protesta.
¡ Pájaro diminuto!
¡ Errante nubecilla!
Gladiador que acribilla
apetecible fruto:
Sostenido en el cielo
como llamita verde,
parece que se pierde
en interminable vuelo.
Amante de las rosas,
galán de los claveles,
rival de mariposas,
poeta de las mieles.
¡ Oye la dulce queja
del oro de los pistilos,
y comparte con la abeja,
el placer de los sigilos!
CÉSAR LUNA SOLAR
Enero 2004.
